CUANDO UN MUJER DECIDE .............. NO TENER HIJOS?

Tengo una amiga que tras una larga batalla contra problemas de fertilidad decidió abandonar la búsqueda y no tener hijos. Años antes, cuando aún podía quedar embarazada sin la necesidad de someterse a tratamientos de fertilidad, vivía en el país equivocado y quería emigrar, y decidió sacrificar mucho en pos de ese objetivo, incluido un bebé en camino.

Era joven, y como dicen los más viejos, tenía la vida por delante para intentar embarazarse de nuevo, pero la vida le jugó una mala pasada. Cinco años después se reencontró con su amor en una circunstancia propicia para empezar de nuevo, pero por mucho empeño que pusieron el ansiado bebé no llegaba. Para ese entonces. Mi amiga ya rozaba los 40, y presentaba una afección bastante común en mujeres de su edad, el envejecimiento del sistema reproductivo, que en algunos casos provoca infertilidad irreversible.

Pero ella aún podía intentarlo. Su médico le explicó las opciones que tenía para quedar encinta: tratamiento con hormonas  para regular la ovulación, relaciones sexuales programadas, inseminación artificial, fecundación in vitro,  u otras técnicas de reproducción asistida. También le dijo que, aunque los tratamientos solían se efectivos, se necesitaba tiempo y dinero para costearlos.

Fue una decisión difícil, pero mi amiga decidió continuar su vida sin hijos. A su juicio,  no tenía ni tiempo ni dinero para enfrentar una larga y costosa terapia de fertilización. "No quiero tener un hijo a los 45 para parecer su abuela cuando él cumpla los 10 años", me confesó.

Existen tantas razones para querer o no ser madre como mujeres y sus realidades. Es una decisión muy personal que cada quien toma de acuerdo con sus prioridades en la vida y,  en algunos casos, sin que exista ninguna condición médica, económica o familiar que induzca a ello.

Algunas actrices, como la mexicana Lorena Herrera, han confesado públicamente que no quieren sufrir los cambios físicos que el embarazo trae consigo. Muchas de ellas se han sometido a cirugías costosas que se verían arruinadas tras nueve meses de concepción, pero no renuncian a la posibilidad de ser madres y resuelven este conflicto con sus parejas adoptando a uno o varios niños.

En cambio, las mujeres que establecen como prioridad su vida profesional, y consagran a ello absolutamente todo su tiempo y esfuerzos, pueden llegar a la conclusión radical de que no quieren hijos. Algo similar puede suceder cuando se siente que la llegada de una tercera personita romperá el idilio de la pareja.

También hay mujeres que se han negado a la maternidad como respuesta a las presiones de una sociedad machista, como la pensadora feminista Simone de Beauvoir, quién concluyó que ser madre resta libertad a la mujer.

Sea cual fuer el motivo o los argumentos para adoptar una u otra posición sobre la maternidad, es una decisión que hay que respetar, y si se vive en pareja, debe ser adoptada de mutuo acuerdo, sin que ninguno de los dos sea obligado a tener hijos o a renunciar a ellos