TENGO UN BEBE EINSTEIN?

Desde antes de que nazcan, imaginamos cómo serán nuestros bebés, a quiénes se parecerán física e intelectualmente, y algunas veces hasta creamos en nuestra mente una imagen idílica de lo que quisiéramos que fueran en el futuro. Pero amén de lo que podamos desear o lograr a través de técnicas educativas en edades tempranas, lo más importante en los primeros años de vida de un niño no son sus grandes talentos, sino el correcto desarrollo de sus capacidades motoras y cognitivas. 

Claro que algunos bebés traen en sus genes información privilegiada, que los hacen sobresalir muy por encima de la media y ganar el título de superdotados o genios, pero seamos realistas, sólo pasa en un ínfimo por ciento de los casos. ¿Cómo saber si el nuestro está evolucionando satisfactoriamente? 

Existen patrones (podrá consultar a su pediatra sobre ello en cada consulta del bebé) que avisan sobre lo que debe estar haciendo su pequeño al completar cada mes de vida.

Como cada bebé es único, y su desarrollo no tiene por responder a un patrón rígido, estas tablas de comportamiento suelen reflejar la posibilidad de que el niño esté algo avanzado para su edad, y muestran entonces qué cosas estaría haciendo entonces. Libros sobre la maternidad como El primer año del bebé, de Heidi E. Murkoff, Arlene Eisenberg y Sandee E. Hathaway, y la guía Caring for your baby and your child: Barth hot age 5, de la American Academy of Pediatrics, proporcionan de manera clara esta información.

¿De qué forma podemos estimular la naciente inteligencia de nuestro pequeño? Pediatras y especialistas de otros campos han desarrollado diversos métodos con este fin. Durante largos años de investigación, el doctor francés Alfred A. Tomatis, desarrolló una disciplina conocida como “Audio-Psico-Fonología”, la cual  relaciona el oído con la percepción, la comunicación y la escucha. 

El método Tomatis se basa en la reeducación del oído para estimular el aprendizaje, la concentración, la memoria y la creatividad, y se aplica a través de una terapia musical con composiciones de Mozart, cantos gregorianos y la voz materna, con sonidos filtrados a determinadas altas frecuencias. Este recurso puede utilizarse desde el embarazo, y según algunos especialistas es un excelente método de relajación para la futura mamá que, además, estimula al feto cuando éste comienza a percibir los sonidos.

Un sistema similar de estimulación prenatal es el método firstart, en el que una banda con dos altavoces es ajustada al vientre de la madre para estimular al feto con melodías simples.

Un método muy fácil de implementar y con resultados probados es el de las famosas Tarjetas de información visual o Bits de inteligencia, desarrollado por el científico Glenn Doman. Los Bits son fragmentos de datos presentados a los pequeños de manera visual y auditiva,  para estimular las áreas cerebrales de la vista y el oído. Una colección de tarjetas con imágenes concretas y vívidas, en ocasiones acompañadas de una palabra que las describe o nombra, son mostradas al niño de manera sucesiva, durante un segundo cada una.

En sus libros Cómo multiplicar la inteligencia de su bebé y Cómo dar conocimientos enciclopédicos a su bebé podrán encontrar una guía para implementar este recurso en el hogar, así como una explicación completa de los principios en los que esta basado.

Quizás el recurso de estimulación temprana más conocido por padres de todas partes  del mundo es el de Baby Einstein, creado en 1996 por Julie Clark, una madre estadounidense que buscaba crear experiencias interactivas para compartir y redescubrir el mundo con su bebé y editó el primer video de la serie en su hogar de Alpharetta, Georgia. Desde  entonces hasta acá los productos Baby Einstein se han diversificado y hoy existe una larga lista de juguetes y DVDs que pueden adquirirse por Internet o en tiendas de artículos para niños. 

Cualquiera de los métodos antes mencionados puede servir de ayuda o complemento en la educación de los pequeños, pero no esperes resultados mágicos de ninguno. Lo recomendable es que no se usen de forma aislada, sino en un contexto de interacción activa entre padres e hijos en el que se tenga en cuenta tanto el desarrollo físico, el intelectual como el emocional, y en el que estén presentes actividades básicas como el juego y la lectura.  

Piensa en que ninguna técnica, por avanzada o efectiva que sea, sustituirá el amor y la dedicación y el ejemplo que puedes y debes darle a tu niño.